lunes, 27 de junio de 2016

DOS CRIMENES POR SEMANA: EL CASO DE EL CASO



DOS CRIMENES POR SEMANA, estreno en La 2 de TVE, 29 de junio


Hace 60 años, un joven periodista, Eugenio Suárez, tuvo la iniciativa de publicar un semanario especializado en sucesos. El Caso salió a la calle modestamente, con una tirada de apenas 12.000 ejemplares,  que se agotó en unos dias. Superando las limitaciones impuestas por la censura, haciendo periodismo de calle, recurriendo a confidentes, delincuentes y policías, retratando la sociedad de su época como ningún otro medio supo hacer, rompió todos los records de circulación, llegando a tirar 400.000 ejemplares y permitió a su inventor crear un poderoso e influyente grupo de prensa que jugó un importante papel en la transición.

En las riñas se podía oír eso de “vamos a salir en El Caso”, como advertencia o como propuesta de conciliación. Aún hoy se habla de que alguien es “un caso”. Jarabo, El Lute, envenenadoras, maquis, la trata, El Vaquilla, asesinos en serie, quinquis... grandes crímenes, sucesos truculentos, extraterrestres y timos, si, pero tambien chabolas de Vallecas, trenes que se estrellan y obreros que mueren en el tajo... Entre sus hallazgos, secciones para evitar los timos, dónde encontrar a un familiar desaparecido o hasta una pareja.
La revista contaba España como ninguna otra lo hizo: Con mas verdad, mas profesionalidad y mejor estilo que la mayoría de las mas prestigiosas.

Nadie confesaba leer El Caso, pero en sus páginas encontraron inspiración Berlanga para El Verdugo o Fernando Fernán Gómez para El extraño viaje, o Alfonso Grosso para Los invitados, novela finalista del Premio Planeta, o Pedro Costa para La huella del crimen. Robert Graves y Camilo José Cela eran suscriptores, Goytisolo, lector habitual... 

De la mano de Eugenio Suárez, su fundador, con Juan Rada (su último director),el recientemente desaparecido Pedro Costa (genial productor y director, ex reportero de la revista, en la que se inspiró para producir éxitos como Amantes o La huella del crimen) Delfín Rodríguez (escritor zamorano y reportero ligado a la publicación durante 20 años), Germán Gallego (fotoreportero que se inició en ella), Juan Carlos Arias (detective privado sevillano de éxito, ex corresponsal en Andalucía),  Tomás Sastre (nieto de Enrique Rubio, imprescindible reportero, y continuador de su Timoteca Nacional) recordamos a algunas de sus figuras -Margarita Landi, Enrique Rubio - y recorremos su historia, deteniéndonos en algunos de sus reportajes más célebres, y con ella la de todo un pais que vivía un periodo dramático -cartillas de racionamiento, sequía, escasez de vivienda, migración a la desesperada, etc.- cuando se fundo la revista, que le acompañó y narró los cambios que nos convirtieron en un pais europeo, homologable, antes de desaparecer en los 90.

EL documental es una coproducción de Desenfoque Producciones DIgitales S.L. y RTVE, dirigida por Javier Castro, narrada por Vicente Romero, producida por Concha Díaz y Arantxa Echeverria, con música original de Jensy Aúz, montaje de Renato Sanjuán, sonido Amin Alí Gago, efectos digitales y grafismo de Evasión (Alfonso Nieto con Marina Bistuer y Jerome Juan), Fotografía de Pilar Sánchez Díaz y Roberto Fernández y producción ejecutiva de Andrés Luque para TVE.



Fotografías:
https://goo.gl/photos/3jpYNQ2HoowR1vEv6





domingo, 26 de junio de 2016

Eugenio Suárez


Sin duda, el protagonista de esta historia es Eugenio Suárez, fundador y alma del proyecto. 

Vivió retirado en un pueblecito de Asturias, publicando, como el periodista de raza que fue, columnas semanales en su querida La Nueva España, el diario asturiano hasta unos días antes de su muerte, ocurrida el 30 de diciembre de 2014.


Nació en 1919 en Daimiel (Ciudad Real), hijo de un médico y parte de una numerosa familia de 9 hermanos, que pronto se instala en Madrid.
La guerra civil española (1936-1939) le pilla de cronista en los Juegos Olímpicos de Berlín (1936), a dónde había huido despuñes de ser encarcelado por manifestar sus simpatías con Falange. Apenas un chaval, se compró la camisa azul y los correajes, mas por dar la nota en su casa que por afinidad al partido. En la cárcel se encontró con José Antonio, y le contó estar dispuesto a servir al partido donde este dijera. Jose Antonio le dijo que su sitio estaba en la familia, que hiciera caso a sus padres, y también que había demasiados compañeros en Italia. Eugenio decidió irse a Berlín, sin dinero, sin conocer a nadie y sin hablar el idioma, lo que no le impidió encontrar trabajo de traductor en unas semanas.

Vuelve en una expedción de expatriados españoles, entre los que se encontraban figuras como Antonio Tovar, que viajaban tranquilas pensando que aquel chiquillo sabia manejar armas de fuego y podía portegerles. Eugenio, sobra decirlo no había disparado jamás una, pero aprovecho aquella reputación muy bien. Adquirió entonces una afición a las armas que le duró toda la vida. 

LLegan a La Coruña en barco y se integran en el bando franquista. Eugenio hace la guerra por libre, aprovechando su fama de camisa vieja, pasa la mayor parte huyendo de una ciudad a otra y unos bonitos meses en Sevilla, escribiendo para una editorial local dos libros a la semana, junto a su colega y socio perpetuo Jose María Vega. Una novela romántica tipo Corín Tellado, para lo que se inspiran en las publicaciones anteriores de la editorial, cambiando nombres de personajes y ciudades, pero manteniendo tramas y anñécdotas y otra, que le satisfacía mas, narraciones de películas que iban a proyectarse en las siguiente semanas, ilustradas con fotos de las mismas.
Acabada ésta, se alista en la División Azul, pero no llega a Rusia. Le toca ir a Budapest como corresponsal del grupo de periódicos del Movimiento, el último año de la Guerra Mundial, por lo que es uno de los últimos españoles en la capital húngara ocupada por los nazis. Con veintidós años, y antes de ir a Hungría, había dirigido Tajo, un semanario de empresa. Al regresar a España cambia a la redacción del Madrid, Diario de la Noche.
Como tantos profesionales,trabajó de censor y de periodista. Su periódo de censor le dejó marcado para siemrpe: Consistía en revisar los artículos que los responsables de los periódicos llevaban a la oficina y dejaban en un pincho. Su jefe pasaba el dia en el bar y cuando Eugenio le llamó una tarde por tercera vez para preguntarle qué hacia con uno de esos articulos, le dejó clarito que no le volviera a molestar e hiciera lo que creyese conveniente. Toda la prensa de la mañana dependia de un censor de 20 años sin experinecia ni criterio ni instrucciones.
 Uno de sus artículos en ABC (año 1946) molesta al ministro secretario del Movimiento, José Luis Arrese, y le sancionan  sin poder escribir durante un año. En ese tiempo funda una empresa de importación y exportación con países del Oriente Medio que comienzan a independizarse: Líbano, Israel y Palestina que fracasa inmediatamente.
Vuelve al periodismo al terminarse la sanción, como redactor del diario Madrid. En esa condición cubre un crimen que fue sonado, el del Monchito, un aprendiz de mecánico que necesitaba dinero urgente para casarse con su novia embarazada, se plantó en casa de su jefe y mató a su mujer para robarles el que guardaban. 

A los periódicos de entonces les estaba prohibido informar de sucesos. La Dirección General de Seguridad emitía una nota de prensa que se transcribía literalmente y que, en general, solo daba cuenta de pequeñeces. 

Por suerte, Eugenio escribió largo y detallado y el texto pasó la censura y tuvo mucha repercusión y le dió a Suarez la idea de hacer una revista especialilzada. Consiguió que su único anunciante (una marca de relojes) le adelantara el dinero de un año y con un amigo, Jose María de Vega, dos fotógrafos y un dibujante, en el taller del Informaciones, hizo imprimir los 13.0000 ejemplares del primer número, que contaba el crimen de El Plantío y se vendió como rosquillas. A los tres meses, tiraba 100.000 ejemplares. La revista se autorizó a condición de que no difundiera mas de DOS CRIMENES POR SEMANA. Pronto el censor volvió sobre su decisión y lo limitó a un crimen por semana.
Tambien fue un negocio fabuloso que le permitió construir lo que ahora se llama un grupo de prensa, que editó hasta 13 cabeceras diferentes. Algunas fueron fracasos casi inmediatos, como el deportivo La Bota o el humorístico El cocodrilo Leopoldo, llamado asi en honor del cocodrilo que Suárez tuvo de mascota en la redacción de El Caso mucho tiempo. Otros, como Sábado Gráfico, se convirtieron en cabeceras de prestigio, con mucha influencia, grandes firmas, una circulación saneada y muchos problemas con la censura, que llegó a cerrarla hasta ocho meses.
Eugenio Suárez fue siempre un tipo enérgico y excéntrico. Su pasado le permitía enfrentarse de tu a tu con la censura o algún desahogo como el que tuvo que escuchar el alcalde de Madrid cuando le prohibió, apenas tres semanas después de aparecida la revista, escribir sobre un accidente de tranvía que había provocado 60 muertos. ¡Para esto hemos sufrido medio millón de muertos!

El momento mas difícil de su vida se produjo cuando Juan Aparicio, director de prensa del ministerio de propaganda, con un poder infinito, le comunicó que el ministro estaba harto de las protestas que le llegaban de mujeres de ministros y altos cargos y había decidido prohibir su publicación a día siguiente. Eugeno tuvo la ocurrencia de correr al Obispado, prometer, jurar, seducir, etc, hasta convencer al único juez togado de la urgencia del asunto para que le diera la cesura eclesiástica en el momento, un proceso que normalmente llevaba meses. Con el Nihil Obstat se dirigió feliz al ministerio, y Juan Aparicio -que siempre le vió con simpatía- soltó una carcajada. ¡Con la iglesia hemos topado! Si la revista tiene la aprobación eclesiástica, el ministro no se atrevería a suspenderla.
Alfonso Ussia recuerda como resultó su intentó de mediación entre Antonio Gala, que había dejado de escribir en Sábado Gráfico y su editor. Consiguió sentarlos juntos en el despacho caótico y pintoresco del editor, que nada mas iniciarse la conversación, sacó una pistola pequeña del escritorio con la que apuntó a Gala, advirtiéndole de lo que le pasaría si no volvía a la revista. El arma se disparó, o la disparó, pero solo rompió un jarrón. La secretaria irrumpió preguntando que había pasado y Eugenio Suárez  contesto que había intentado matar a Gala y había fallado. Margarita Landi llegó segundos después y cuando vió lo ocurrido dijo  ”Si le hubieras matado, te llevarían detenido, pero esta semana venderíamos medio millón de ejemplares.” Gala,por supuesto, no volvió a escribir para él.
 
El grupo quebró tras una larga agonia, envuelto en disputas judiciales por el divorcio de su propietario, caidas en las ventas que afectaron a todas las revistas de información general. A los 70 años, Eugenio Suárez vió desaparecer la obra de su vida. El archivo de El Caso desapreció en esas luchas y no ha vuelto a aparecer.
 
Suárez volvió a los inicios, colaborando en la SER, escribiendo en El Pais, en el diario La Voz de Asturias y La Nueva España. Publicó un libro de memorias Caso cerrado. Memorias de un antifranquista arrepentido (Ed. Oberón, 2005). En 2007 la Fundación Maphre reedita su libro Corresponsal en Budapest (1945), totalmente agotado. Tiene los premios «Luca de Tena» (1983) «González-Ruano» (1993) y «Rodríguez Santamaría», de la Asociación de la Prensa de Madrid (2003).



viernes, 24 de junio de 2016

Juan Rada




Juan Rada fue director de los diarios El Telegrama de Melilla y El Noticiero de Cartagena, jefe de redacción de la Línea (Murcia), y redactor de La Voz de Castilla (Burgos) y La Voz de Almería, La Gaceta del Norte (Bilbao) y Diario de Navarra y subdirector de los servicios centrales de Medios de Comunicación Social de Estado.

Hoy colabora en diversos medios, siempre centrado en temas de misterio y crónica negra. Es colaborador asiduo de Cuarto Milenio. Escritor de novela negra, ha escrito el libro conmemorativo del 60 Aniversario de El Caso, publicado en 2011.

Juan llegó tarde al semanario, pero es una auténtica enciclopedia viviente, que recuerda hasta el mas mínimo detalle de los casos que leía, de su historia, y por su ejecutoria personal, sabe mucho mas de lo que aparenta.